ENFERMAR O EVITAR ENFERMARSE?


Un dilema que nadie se plantea
Los profesionales de la salud mental notamos una elevada y peligrosa aceptación de nuestra población hacia el maltrato. Perjuicios de distinto calibre vividos cotidianamente son parte del relato que regularmente hacen los consultantes. Perjuicios contra los que muchas veces cada cual no puede defenderse. Porque provienen de la propia familia donde se juegan profundos afectos o porque provienen de ámbitos sobre los que no se tiene control, o porque se sostienen en base a una estructura rígida e inamovible.
Pero observamos otro daño proveniente de la misma persona. El que resulta de:
-La falta de registro, o llámese conciencia, que sobre sus propias dolencias mucha gente tiene.
-La evitación sistemática de un tratamiento que elimine una penosa o simple sintomatología.
-El hecho de recurrir a una irresponsable automedicación.
-La falta de alivio respecto a las tensiones que afectan lo psíquico y lo físico. Y también al mundo de relación. (Perpetuación de conflictos, etc.)
En consecuencia, es imposible pretender que una persona, usted mismo, piense en su salud como algo que merezca ser activamente cuidado. Y visto como prioridad uno, por otra parte.
Los hechos parecen señalar que, en general, el individuo se encuentra ubicado en el extremo opuesto respecto de la prevención en salud.
Lo usual es que la consulta al profesional médico o psicólogo se realice cuando ya el cuadro se ha complicado, el dolor se agudizó, los síntomas han hecho estragos sobre el organismo, o hay un sufrimiento psíquico sostenido en el tiempo que se ha integrado, silenciosamente, en la vida diaria de cada uno y de la familia.
¿Consecuencias? Una población enferma; farmacias y laboratorios chochos.
Nosotros proponemos invertir la disposición de sus prioridades y que su salud, en el caso de encontrarse dañada o su calidad de vida, aún si se encuentra en buenas condiciones, pasen a la prioridad uno, como máximo valor.
Porque de ese modo:
Se protege el equilibrio conseguido.
Se detectan rápidamente alteraciones mínimas y se evitan las mayores.
Se mejora el estado general.
Se potencia la posibilidad de disfrutar de la vida.
Estará en mejores condiciones para evitar el maltrato.
Una óptima salud. Como objetivo prioritario, relevante, es necesario ocuparse de él, dedicarle tiempo y que cada uno se dirija activamente hacia ese propósito.
Si se cuida el organismo dando lugar a la actividad física, prestando atención a los alimentos que se ingieren, cuidando la salud mental, o realizando los exámenes médicos y odontológicos periódicos, repetimos –un cuidado activo- dando un espacio al tratamiento de lo que no funciona bien o preservando y aún optimizando aquello que se encuentra en buen estado, no sólo evitarán la aparición de trastornos que puedan interrumpir un proyecto o alterar el normal crecimiento de cada uno y de sus vínculos, también se estará en condiciones de desarrollar una experiencia enriquecedora de la vida.
En resumen, por un lado tenemos el control médico periódico, los hábitos saludables, evitar el estrés nocivo y prestar atención a la búsqueda de solución a problemas angustiantes; o por el contrario, se posterga la consulta médica necesaria y se perpetúan hábitos perjudiciales que deterioran silenciosa pero implacablemente al individuo y por extensión, a la familia. Cada uno elige.

Prevenir es cuidar_se

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